El cierre del periodo de fichajes invernal el pasado 31 de enero supuso, una vez más, un mazazo para las ilusiones depositadas por miles de zaragocistas que confiaban, a pesar de los malísismos precedentes existentes en cuanto a la gestión del Real Zaragoza en los últimos años, en un cambio de rumbo, una pequeña llama para la esperanza personificada en fichajes que apuntalaran una insuficiente y descompensada plantilla deportiva.
Lamentablemente, el resultado final ha sido dos entradas de jugadores que ocupan puestos defensivos, uno cedido y otro veterano en propiedad y la venta del que posiblemente sea el jugador con mayor proyección (y uno de los más comprometidos) de los que cuenta en propiedad el Real Zaragoza. De nuevo se consolida el modelo de dilapidar el patrimonio del club, en este caso el deportivo, a la vez que se sustituyen jugadores de la casa con un gran futuro y porvenir por jugadores veteranos y cuyo rendimiento potencial es más que dudoso. Cabe recordar los ejemplos de Cani, Zapater, Lafita o Goni, entre otros, a los cuales se añade ahora el caso de Ander Herrera. En este caso se une además que la venta de Ander se ha hecho con el objetivo único de poder saldar las deudas económicas con los jugadores actuales (y pasados) de nuestro equipo, es decir, se tapa un agujero abriendo uno mayor, el empobrecimiento de nuestra plantilla, lo cual es toda una irresponsabilidad, al ser un ejemplo más de la aplicación del dicho "pan para hoy y hambre para mañana". De esta forma se pone en peligro la supervivencia a largo plazo del Real Zaragoza por una situación coyuntural causada por una nefasta gestión en lo económico y deportivo.
Agapito Iglesias y sus colaboradores han demostrado una vez más su incapacidad e incompetencia a la hora de conformar una plantilla de garantías para poder competir sin demasiados apuros en la Primera División de la Liga Española. A pesar de haber dispuesto de varios meses para la contratación de un delantero referente, tras la lesión de Uche, la dirección deportiva del club ha sido incapaz de llevar a cabo la que posiblemente sea la contratación más necesaria en estos momentos para la supervivencia deportiva del Real Zaragoza.
Ahora solo cabe confiar en una plantilla que, a pesar de no ser la que todos desearíamos, ha dado un ejemplo de compromiso, entrega, pundonor y profesionalidad, estando a la altura del crítico momento por el que atraviesa la entidad y, sin duda, muy por encima de la labor desarrollada por los gestores de la misma.
Por último, desde el Movimiento Avispa queremos volver a recordar que nuestra lucha ha tenido como objetivo siempre el de devolver la dignidad perdida a nuestro club, con la vista puesta en el futuro, el cual está amenazado por causas que van mucho más allá que la situación deportiva de una temporada concreta. Los problemas que acucian al Real Zaragoza provienen de hechos más profundos como son la pésima gestión realizada en los últimos años en las tres vertientes más importantes que caracterizan a un club de fútbol: económica, social e institucional.
Durante el partido contra el Deportivo, la afición zaragocista expreso de manera clara su oposición a esta gestión, a pesar de lo cual Agapito Iglesias ha vuelto a despreciar y obviar la opinión de los verdaderos propietarios del sentimiento Zaragocista. El partido contra el Racing sera sin duda una nueva oportunidad para expresar este descontento, tal vez de una manera más alta, algo que desde el Movimiento Avispa volveremos a realizar portando nuestras bufandas amarillas y negras, símbolo del amor a unos colores y de la disconformidad con la gestión llevada a cabo por Agapito Iglesias.