La temporada 2010-2011 ha llegado a su fin con la grata noticia de la permanencia del Real Zaragoza en la Primera División del fútbol español. Sin embargo esta buena noticia no puede ni debe ocultar la nefasta temporada que al Zaragocismo le ha tocado vivir tanto en lo deportivo como en lo económico e institucional. De nuevo se ha vuelto a jugar con fuego por parte de Agapito Iglesias y de nuevo ha estado a punto de quemarse con un descenso que podría haber provocado la desaparición del Real Zaragoza como entidad. La conformación de una plantilla de escasa calidad futbolística y pocos efectivos, ha supuesto a la postre que el Real Zaragoza haya estado instalado en los puestos de descenso la mayor parte de la temporada, lo cual es sin duda la causa fundamental del Vía Crucis vivido por los aficionados zaragocistas durante este año.
El Zaragocismo ha hablado alto y claro en repetidas ocasiones mostrando su oposición frontal a Agapito Iglesias y su gestión al frente del Real Zaragoza, a la vez que su amor incondicional a unos colores que están muy por encima de las personas que en un momento concreto puedan dirigir los destinos de la entidad. En el último partido de Liga, la afición, una vez más, ha dado un ejemplo mayúsculo de Zaragocismo con el mayor éxodo que se recuerda en un partido de esta competición, animando sin cesar a su equipo y aupándole a una victoria esencial para su supervivencia. Pero también hubo momento para la crítica dirigida hacia el máximo responsable de la nefasta situación por la que atraviesa el Real Zaragoza, tanto antes, como durante y sobretodo después del partido.
Sin embargo, el logro del objetivo de la permanencia no debe impedirnos ver que las causas últimas de la situación por la que atraviesa el Real Zaragoza en los últimos años siguen estando presentes, dado que estas son en su mayor parte consecuencia de la presencia de Agapito Iglesias al frente de la entidad. Así, no tiene sentido alguno en estos momentos declaraciones realizadas por el máximo accionista en clave de propósito de enmienda, declaraciones que llegan demasiado tarde y con nula credibilidad por su parte. Para la supervivencia digna (no solo deportiva) del Real Zaragoza es necesaria y urgente la salida de Agapito Iglesias al frente del club y la llegada de nuevos y responsables gestores que antepongan el interés general de la entidad a los suyos propios.
Es también preciso conformar un nuevo proyecto, pegado al terreno, con una política de club clara tanto en lo deportivo como en lo económico pero también en lo social, donde se cuide al citado máximo activo del club, su afición. Dicha afición debe además de manera responsable fiscalizar a partir de ahora las decisiones que se tomen en todo lo relativo a la entidad, ya que es esta la depositaria del sentimiento zaragocista, y por tanto, su única propietaria, muy por encima del dueño temporal de las acciones en las que se instrumenta la S.A.D. La afición también puede y debe, a nuestro juicio, exigir responsabilidades a las personas que han provocado directa o indirectamente la situación actual, los cuales van mucho más allá que Agapito Iglesias y pasan desde por aquellos que lo auparon a la presidencia del Real Zaragoza, como a todos aquellos que han permitido que la situación derivase al desastre actual. Solamente con una afición responsable y exigente se podrá superar la situación actual de desastre y que el Real Zaragoza vuelva a ser lo que fue, un motivo de orgullo para muchos aragoneses.
Es imposible mirar para otro lado y soslayar el hartazgo casi unánime del Zaragocismo a la situación actual y sus responsables. Y todo ello ha sucedido a pesar de que ciertos sectores del Zaragocismo organizado han tenido una actitud timorata hacia la presidencia del club, o incluso han intentando acallar las voces críticas que iban surgiendo. Ahora, una vez terminada la campaña, cuando el trabajo en el césped finalizo, esperamos una reacción enérgica de mucha gente que rodea al club, y cuyos silencios se justificaban en que llegaría un momento más adecuado para hacerlo. Hoy en día a pesar de todo lo sucedido todavía echamos en falta mucha mayor iniciativa y determinación por parte de estos sectores en la protesta. Parece ser que la unidad solo es necesaria y fundamental en los momentos en los que se apela a la heroica y al sentimiento zaragocista para aupar a nuestro equipo. En el momento en el que esto no es así, la protesta se tacha de desleal y desestabilizadora, tal vez por ser incomoda y molesta para los dirigentes del club y porque fomentarla no es el mejor camino para obtener beneficios desde las oficinas de Eduardo Ibarra en forma de descuentos, invitaciones, y privilegios varios a los que el resto de aficionados no tenemos acceso.
Completando el panorama, es necesario reseñar cómo entre algunos medios de comunicación se han dado unos comportamientos manifiestamente contradictorios en torno al Real Zaragoza mediante supuestas informaciones interesadamente parciales y giros bruscos en su línea de opinión de nuevo por causas meramente interesadas, dejando de lado el que debería ser principal objetivo en el desarrollo de su trabajo: mantener una credibilidad contrastada y con ella la confianza del aficionado en este caso, punto que detectamos perdido entre gran parte de la masa social.
Por todo ello, y mientras el futuro del Zaragocismo siga amenazado, el Movimiento Avispa seguirá siendo esa voz crítica del Zaragocismo que reclame la recuperación de la dignidad del Real Zaragoza, haya partido cada domingo o no, y denunciando por tanto los desmanes que repetidamente tienen lugar y que mancillan una y otra vez los 79 brillantes años de historia de nuestro grandísimo club. Ese es nuestro compromiso y así seguirá siendo en el futuro, esperando que suponga una pequeña luz para la esperanza para muchos zaragocistas.
Movimiento Avispa
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